El paraíso perdido.
"Si yo fuese un ángel, no estaría jamás en las procesiones ni en las cajas de los pesebres...estaría sentado fumándome un Marlboro"Lucio Dalla
Toda mi vida he sido un necesitado de fe. Soy de los que piensa que es necesario creer en algo; Dios, el Sol, los extraterrestres. Lo que sea, pero ese algo debe ser capaz de alejar nuestros fantasmas cotidianos...la fe debería tener alguna respuesta, algo que nos aferre a ese sacrificio mudo de una oración al filo de la medianoche.
Lo cierto es que la iglesia no es la respuesta a lo que busco. Un cura me dijo hace poco que nuestra generación había abandonado la iglesia por las comodidades de la modernidad. Tamaña estupidez de frase solo puede ser respondida con silencio ó cuando mucho con un gran bostezo de tedio.
Nunca estuve cerca de la iglesia, pero cada maltrato a un niño, cada lascivo pensamiento baboso de un cura frente a un menor de edad indefenso, me dispara años luz en sentido contrario a la puerta de un templo católico.
Si a Juan Pablo II lo convierten en santo, estarán premiando al nefasto Padre Marcial Masiel, fundador de los Legionarios de Cristo y campeón mundial en violar niños, habrá entonces triunfado el mal. Y en este punto me detengo a pensar, me cuestiono, me desilacho en dudas, ¿donde está el bien y donde el mal?.
Existe un libro llamado "El paraíso perdido" de Milton el cual fue continuamente vilipendiado por el poder Vaticano. Trata de la expulsión de Lucifer del paraíso por un Dios que lo castiga al no obedecer el dogma...es, digámoslo así, el cuento visto desde la otra perspectiva. Es un libro complicado de leer porque está en versos, pero vale la pena intentarlo.
No soy un tipo satánico ni mucho menos, simplemente creo que el bien y el mal habitan en cada uno de nosotros, somos el Lucifer y el Dios al mismo tiempo, el Caín y el Abel, el Adán expulsado por echarse un buen polvo. No creo en la moralidad de Ratzinger porque tiene cara de viejito perverso, no creo en este nuevo Papa Rock Star, pero sobretodo no creo en la Iglesia como institución de fe.
Quizás algún día consiga las respuestas a esta fe tan desbaratada.
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