Uno, ninguno y cien mil
“No se puede vivir delante de un espejo. Procure no verse nunca. Porque, por más que lo intente, nunca conseguirá conocerse tal como la ven los demás. ¿Y de qué sirve, entonces, conocerse sólo para uno mismo?”
Un día, Vitangelo Moscarda llega a su casa y su esposa le dice que tiene la nariz curva hacia un lado. Él lo duda y se mira en el espejo y reconoce que no sólo su nariz es distinta, sino que descubre otra serie de defectos que nunca vio pero que los demás si.
Así comienza la obra de Pirandello, una reflexión sobre la existencia del ser humano, sobre sus limitadas capacidades para entender quiénes somos en realidad.
¿Puede alguien conocernos mejor que nosotros mismos?
No somos lo que creemos ser, somos tantas personas como individuos con los cuales nos relacionamos, y cada uno de esos individuos crea una imagen personal de lo que somos. No es tanto el "ser o no ser", es más bien quién soy y cómo soy para los demás.
Si nos vemos en el espejo, tenemos la creencia que ese reflejo nos identifica, pero en realidad estamos proyectados en un vidrio sin alma y además nuestra imagen está al revés.
Si nadie nos ve, en cierta forma dejamos de existir porque somos lo que reflejamos en los otros. Cada individuo que nos observa se convierte en nuestra propia vida, nos multiplicamos o nos restamos con la fuerza de una simple mirada. Existimos en otros ojos, en otras miradas, en otras vidas.
La identidad humana es múltiple y cambiante, y por ello, inasible.
Puede quizás ser desolador pensar en nuestros múltiples "yo", porque creer en lo que uno es, puede convertirse en muchas respuestas sin sentido.
¿Quiénes somos en realidad?
Uno, ninguno y cien mil...eso somos
Hola Ernesto. Me tome unos minutos para pasar por aqui, lo escribes es inspirador. Gracias por compartirlo
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