Pequeñas notas sobre la fotografía


Fotografiar no obedece a un comportamiento meramente estético. El placer de la estética es solo una consecuencia, un efecto colateral. El objetivo de un fotógrafo debe ser contar con su propio punto de vista -íntimo y personal- el mundo en el cual vivimos; con sus luces y sus sombras, con sus triunfos y sus miserias, con su belleza y su fealdad. Cualquier cosa es digna de ser contada.

La fotografía tiene poco que ver sobre lo que vemos, sino sobre lo que sentimos, no se trata de registrar algo, sino de plasmar las emociones que lo componen.

En mi caso particular, solo me interesan los temas complicados, lo que se me hace difícil, a lo que le tengo miedo, lo que no entiendo. Me atrae el borde, es la única manera de acercarse al precipicio y contemplar la belleza del vacío.
Me gusta retratar historias de gente rota, cuyos pedazos están unidos solo por sombras, me gusta contemplar sus miedos, sus esperanzas, sus fantasmas, sus resignaciones, porque al final terminan siendo también los míos...para mi, la fotografía es un espejo donde poder vernos por dentro.



La experiencia personal de haber trabajado con adictos a la heroina me dejó un saldo bastante curioso. Todos me contaron que el primer pinchazo te vuelve adicto, el segundo te hace su esclavo y el tercero te regala una muerte lenta pero segura. Un adicto sabe que va a morir pero poco le importa, están en ese pozo profundo por un amor equivocado, por un abandono familiar, por una curiosidad mortal, pero todos están rotos por algo y no consiguen unir tantos pedazos de un ser humano que ya no es, que ya no existe, que es solo un recuerdo previo a la primera aguja de placer.

La fotografía será siempre el momento más íntimo conmigo mismo, un golpe de realidad, un escondite para la reflexión, un escape, una duda y un disparo en mi oscuridad.















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