Tres días en Amsterdam
Salir de lo obvio, montarse en una bicicleta de marca "nostalgia", tocar todos los timbres de las que están estacionadas en cada esquina, porque son un concierto para el alma... salir de lo obvio, del centro turístico, perderse en alguna calle como un fauno, sorprenderse con los tulipanes negros y la brisa calurosamente puntiaguda
Salir de lo obvio, dejarse llevar, olvidar lo que somos.
Si quieres tomar café, no entres a un "coffee shop", porque te va a oler raro y no venden café, cuidado con las aceras que no son aceras, son autopistas de ciclistas que no entienden a los despistados.
Si quieres entender a Amsterdam, tienes que empezar por la palabra libertad.
Amsterdam es una fábula para los que no necesitan reglas ni dogmas. Hay una ley en algún lado que te recuerda que no debes abusar, pero es un velo oculto, un código de caballeros sin firmas ni membretes. Amsterdam termina, donde empiezan tus propios límites.
Salir de lo obvio, dejarse llevar, olvidar lo que somos.
Si quieres tomar café, no entres a un "coffee shop", porque te va a oler raro y no venden café, cuidado con las aceras que no son aceras, son autopistas de ciclistas que no entienden a los despistados.
Si quieres entender a Amsterdam, tienes que empezar por la palabra libertad.
Amsterdam es una fábula para los que no necesitan reglas ni dogmas. Hay una ley en algún lado que te recuerda que no debes abusar, pero es un velo oculto, un código de caballeros sin firmas ni membretes. Amsterdam termina, donde empiezan tus propios límites.
Mis tres días en Amsterdam transcurrieron bajo una temperatura delirante, en una ciudad que no conoce el aire acondicionado. La ola de calor fue un record que no se esperaban, no hay sitio donde esconderse, dejarse llevar y tomar cerveza es lo que queda para no pasarla mal.
Si tienes pensado conocer esta ciudad, no lo dudes. Lo único que debes tomar en cuenta es dejar los prejuicios en la maleta, salir a explorar, surfear la gente, entrar a los museos y dejarse llevar por las maravillas de la humanidad que nos regala cada pintura.
Comer y beber delicioso fuera de los puestos turísticos no es complicado, solo se necesita asumir el riesgo del desastre.
Mi mejor consejo es no dar ninguno, mi mejor consejo es decirles que suelten a su instinto del bozal al que lo sometemos. Dejarse llevar es encontrar en cada laberinto el naufragio de lo que nunca olvidaremos.
Comentarios
Publicar un comentario