Cuatro fotos en el fondo del mar

 

El día que una mujer desconocida llamada O. me trajo la cámara de su padre (que había muerto recientemente) para que la revisara, no contábamos con la sorpresa de encontrarnos un carrete de película retrocedido dentro de la vieja Nikon FM

No dijo nada, pero sus ojos se tornaron pétreos, casi rotos, como quien recibe una sorda llamada telefónica en el medio de una madrugada de lluvia intensa.


                ¿Tienes idea de qué fotos hay aquí?, dije en forma de trámite consular

                No, respondió ella con cierto desdén, pero con un aura de nostalgia tan densa que podía cortarse con una hojilla de afeitar desechable luego de haber afeitado a un elefante.

Me ofrecí a revelarlo sin cobrarle por ello. Mi curiosidad era inversamente proporcional a la suya, su único propósito había sido traerme una cámara para venderla, a cambio recibió una especie de Epifanía, una herencia en 12 cuadros de Kodak Gold-100 de imágenes inciertas.

Una advertencia, quizás.

La película duró guardada tres meses antes de procesarla. Tuve la sensación que durante ese tiempo, las fotos aún seguían desvelándose ahí dentro, como si se tratara de un parto doloroso y extenuante luego de un complicado embarazo de niños siameses.


Temperatura 40 grados, revelador C41.

Chet Baker musicaliza el ambiente húmedo del laboratorio con la melancólica melodía “I’m a fool to want you”.

 

I Can't Get Along Without You”

 

Luego de 15 minutos, voy sacando del espiral la película, de atrás hacia adelante, con la paciencia de un prestidigitador desempleado.

No logro ver nada, un velo carmesí sobre el negativo fue bajando cuadro por cuadro todas mis expectativas.

 

“To Share a Kiss the Devil Has Known “

 

De repente veo una mancha, una emulsión fijada, una esperanza de luz muy tenue, casi imperceptible, pero al igual que un beso, la luz no necesita permisos, solo intenciones.

Ahí estaba, la imagen de un propósito, el disparo convertido en historia, en anécdota.

Cuatro imágenes casi imperceptibles.

Me senté frente a la tira de película que aún colaba agua, era como ver un pequeño triunfo en un campo de batalla sin soldados. 

Sentí que algo abandonaba mi cuerpo mientras procesaba qué podían ser esas imágenes tan abstractas, era como hacer un cuestionario de Rorschach con lentes de cine de tercera dimensión, mientras haces una vuelta de canela. 

Al revés, al derecho, con lupa, sin lupa, la fotografía es un espejo, un trampolín o un abismo, y la única diferencia entre esas tres cosas es la cantidad de luz que lleva por dentro el espectador. El mundo de la fotografía tiene unas reglas propias que no puedes transgredir, de lo contrario solo conseguirás un oscuro pozo profundo.

El papá de O. no era un fotógrafo, esa fue la primera revelación; no hay una medición de luz correcta. El negativo no está velado, está subexpuesto por un lado, sobreexpuesto por otro. No hay luz en esa mirada, no hay capas en los planos, no hay profundidad en la propuesta. Ahí debe haber algo, pero las imágenes han sido devoradas por la invisibilidad de la oscuridad, casi como si hubiese intentado disparar la cámara en el fondo del mar.

  



 

Cuatro fotos, una imagen que se repetía tres veces; una niña, un bebé. Eran unas imágenes tan innegables como la lluvia. Era un bebé común y corriente, pero al verla en el negativo, parecía como si acabaran de crearla aquella misma tarde con químicos y fijadores.

La otra imagen era un ejercicio surrealista, un disparo fortuito, el mensaje en una botella o el mapa de algún tesoro, imposible saberlo.




 

El playlist cambió abruptamente, esta vez Duke Ellington se convirtió en el protagonista de esa oscuridad paralela.

  

"Some kiss may cloud my memory

And others arms may hold a thrill

But please do nothin' till you hear from me" 


¿Quién es esa niña, por qué está en esa película, dónde y bajo qué circunstancias el papá de O. levantó la cámara para fotografiarla?

¿Son esas imágenes acaso una vida oculta, un bebé que nadie conoce?

¿Una alegría, una sorpresa, un desconsuelo…el cuerpo de un delito de un amor infiel?

 


¿Podía llegar a ser una puerta hasta ahora cerrada en la vida de ese señor, murió acaso el día antes de llevar a revelar el secreto de esa película?

¿Qué vio en esa cuarta foto, que quiso mostrar?

 



"I sit in my chair

And filled with despair

There's no one could be so sad

With gloom everywhere

I sit and I stare

I know that I'll soon go mad"


Podía olvidar todo el asunto, llamar a O. y decirle que el negativo estaba velado porque claramente era una película muy vencida y quizás tenía años olvidada ahí, mentiras piadosas para evitar quizás un cataclismo en la vida de esa familia.

O podía ser sencillamente el cirujano que al salir del quirófano comunica a los familiares del paciente los hallazgos de una cirugía incierta. Al fin y al cabo, los cirujanos son como los plomeros, no se involucran con los clientes. Detectar tumores en un cuerpo o filtraciones en un baño termina siendo lo mismo, es el mismo paisaje desolador que lo va manchando todo con el paso del tiempo.

Una mala noticia que solo ocupa espacios en la vida de los otros, no en la nuestra.

¿Película velada o niño misterioso?

Ambas situaciones serían quizás una decepción dolorosa para O.

Sube la apuesta en el ambiente musical, Ella Fitzgerald llena un vacío con “It’s only a Paper Moon”

Descuelgo los negativos, los coloco en una caja de luz mientras los voy cortando, trato de revisarlos nuevamente, busco alguna silueta de O., alguna pista nueva, alguna orilla segura de donde sujetarme antes de llamarla, vuelvo a revisar la cuarta foto buscando encajarla en algo como quién trata de poner una pieza equivocada en un rompecabezas de cinco mil piezas… me intriga, me desencaja, me angustia, me preocupa.

Nada. ¿Será quizás todo esto una percepción equivocada y no hay nada oculto en esta historia?

Vuelvo a revisar.

Tres cuadros con un bebé y una foto inexplicable, ocho cuadros subexpuestos en el fondo del mar.

¿Quién compra película de 12 cuadros?, hay que tener una autoestima fotográfica muy alta para semejante despropósito. 

Es inútil buscar en lo que no existe, en lo que no es, en lo que no será más nunca. La esperanza es el peor síntoma de la fotografía velada por el paso del tiempo.


Aparto el negativo, agarro el teléfono, apago la luz, me quedo en la más hermosa oscuridad de un laboratorio fotográfico pensando en lo que habita en el fondo del mar; es una extraña sensación, como si de golpe alguien te vaciara con una jarra lo que llevas por dentro.


                Hola O., ya revelé la película, quizás no te va a gustar lo que te voy a decir.


“It's a Barnum and Bailey world

Just as phony as it can be

But it wouldn't be make-believe

If you believed in me”

 

 

 

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